Hace mucho tiempo que trabajé para un abogado que siempre andaba poniendo en evidencia todo lo que yo no sabía. Había muchas cosas que yo sabía y él no, pero a él sólo le importaba reírse de las que yo no sabía y él si. Un día, cansada de sus estupideces le dije en sus propios términos jurídicos: "la ignorancia también es un derecho y en este país democrático disponemos de la libertad de poder elegir no conocer". Nunca más volvió a replicarme.
Una serie de periodistas se reunieron con el magnate con el fin de dejarle en ridículo por su escasez de conocimientos. Así que le hicieron preguntas sobre cultura, historia, literatura, matemáticas etc y cada vez que le preguntaban algo que no sabía, Ford llamaba a un empleado que sí lo sabía y contestaba por él.
Los cortos periodistas consideraron que Henry era un ignorante que no sabía nada de cultura pero él les contestó algo así como "no necesito tener el conocimiento en mi cabeza si lo tengo a través de las mentes de mis empleados".
La sola propuesta de los periodistas, alimentadores de envidiosos, de dejar en evidencia a una persona de la que todos deberíamos aprender, explica por qué existen diferencias en el mundo en cuanto a patrimonios y en cuanto a nuestra suerte. No es verdad eso que dicen que unos son pobres porque otros son ricos. En realidad unos son pobres porque no tienen los conocimientos para dejar de serlo y hoy, en la era de Internet, cuando todo el conocimiento es fácil de conseguir, la dificultad de acceso ya no es una excusa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario