miércoles, 29 de junio de 2016

La última palabra de Bud Spencer

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Hace dos días que murió este simpático actor conocido por su paciencia y por sus mamporros con la mano abierta que tanta gracia hacía a la gente de mi generación, cuando lo políticamente correcto no llevaba las cosas a extremos absurdos. Este actor, nadador, guionista, cantante, dicen los medios, sólo tuvo una palabra en sus labios antes de morir, la última palabra, una palabra mágica: GRACIAS.

Morir con la palabra Gracias, significa que tu vida ha sido plena, que tu legado es hermoso, que tu herencia es positiva, que la vida ha sido justa y que tus días han estado llenos de algunos sinsabores pero sobre todo de grandes experiencias. Agradecer el viaje implica que el viaje ha merecido la pena aunque llegue al final. Por eso tenía que escribirlo, porque no todo el mundo muere dando las gracias con el último aliento.


lunes, 13 de junio de 2016

El Hermano Fantasma de Dalí

Salvador Dalí 1939.jpgEl 12 de octubre de 1901 nació Salvador Galo Anselmo y el 1 de Agosto de 1903 murió el pequeño a causa de lo que los médicos de la época llamaban"catarro gastroenterítico infeccioso". Nueve meses más tarde, concretamente el 11 de Mayo de 1904 nació el gran artista que hoy conocemos como Salvador Dalí heredando el nombre de su hermano muerto.

A la edad de 5 años, los padres de Dalí llevaron a su hijo vivo hasta la tumba de su hijo muerto y le aseguraron que él era la encarnación de su hermano.

Sospecho (es mi teoría) que justo en ese momento empezaría una encarnizada búsqueda del pintor por encontrar una individualidad y esa búsqueda de identidad propia, también sospecho, le llevaría a sus excentricidades no sólo llevadas a ese arte tan peculiar sino  a su vida, su aspecto personal, sus performances visuales y extraños.

"Nos parecíamos como dos gotas de agua pero dábamos reflejos diferentes" decía Dalí de su hermano muerto y es que sus padres hicieron una aseveración casi matemática que no tenía por qué ser cierta aunque tuviéramos la prueba de que la reencarnación existe. Incluso dando por hecho que la reencarnación fuera nuestro proceso tras la muerte, el hermano de Dalí podría elegir la vida que hubiera querido y no tendría por qué ser necesariamente la de volver al mismo seno. Tampoco sabemos si entre las reglas de la reencarnación está la prohibición de repetir familia. Así que Dalí cargó sobre sus hombros una teoría con el peso de una certeza que afectó a lo más profundo de su individualidad, de la búsqueda que tenemos todos de ser alguien. Dalí, no era Dalí vivo con su mundo de oportunidades, era un muerto enterrado en un ataúd de menos de un metro de largo. Un pequeño ataúd que en el corazón del pintor pesaba toneladas de fría herencia.

miércoles, 8 de junio de 2016

No pronuncio la palabra "muerte"

Philippe Petit no pronuncia la palabra "muerte", aunque acomete acciones que podrían suponer la muerte. Pero en realidad para él estar muerto es no poder cumplir los sueños.

Tampoco entiende de porqués. Dice que es lo que más le pregunta la gente: "¿por qué lo haces?" Y él contesta que es una pregunta que no se ha planteado nunca. Simplemente tiene un sueño y dirige su vida a cumplir ese sueño y, aunque para algunos subirse a un cable atado a dos edificios solo sea una locura, el caso es que es una invitación descarada a que lleguemos a la conclusión de que sólo se vive cuando se cumplen los sueños.

El se sube a un cable para enseñarnos a los demás y es la enseñanza más bella que se nos ha regalado gratuitamente: "pasar por este mundo sin pena ni gloria, habiendo obedecido a los que nos pedían que tuviéramos la cabeza sobre los hombros, cumpliendo así la expectativa ajena o sentirnos vivos al ver nuestros sueños cumplidos" Tú eliges qué lado de la balanza vas a permitir que se incline 

¿Os imagináis lo que debe sentirse en mitad de esa nada sujeto a un cable entre dos rascacielos? Y, por otro lado ¿os dais cuenta de que ninguna otra persona en el mundo podrá repetir la hazaña de Philippe? Ya no existen las Torre Gemelas. 

Un día vio en el periódico que, en Estados Unidos, estaban construyendo dos torres iguales y consideró que sería genial pasar un cable uniendo las dos azoteas y andar por ese cable. Se enfocó durante años para cumplir ese sueño y lo hizo en cuanto estuvieron construidas. Recientemente se ha recreado en el cine su peripecia y topé casualmente con la película. 

La historia de Philippe es una invitación a que hagas lo que tu corazón te dicte por loco que parezca. Por alguna razón, hemos venido al mundo para cometer nuestras locuras personales. Si no lo hacemos... ¿qué sentido tiene vivir?